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Suturas

2017

Escultura blanda

El lienzo habitualmente estirado para recibir el color, es aquí comprimido, estrujado, forzado a confesar. La tela deja de ser soporte neutro para convertirse en cuerpo, en piel viva que carga una herida.

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Un nudo de dolor que se niega a ser alisado, que no busca consuelo sino verdad. La arruga, lejos de ser defecto, se torna lenguaje, es el pliegue emocional de un corazón que ha sido comprimido por la pérdida, pero que aún late entre fibras comprimidas. No hay ornamento ni gesto virtuoso: solo materia en su estado más vulnerable, diciendo lo que las palabras no alcanzan.

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Como un susurro de duelo atrapado entre capas, la obra recuerda a esos actos de silencio, donde el dolor no se exhibe sino que se contiene. El gesto de arrugar no es sólo formal: es una acción de ruptura, una incisión sobre el orden de lo esperado, una herida abierta sobre el discurso estético del control. Algo que resuena con los miedos que escondemos bajo la piel. 

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Todos, en algún punto, cargamos un corazón arrugado, una maleta de sombras que evitamos abrir. Suturas es, una invitación a tocar esa herida con los ojos. A dejarnos atravesar por su silencio. 

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