Ahora
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Intersecciones
Residencia y Exposición
Abril 2025, CDMX.
Cuando nos perdemos, cuando estamos sin rumbo, nos hacemos las preguntas que nos llevan a replantearnos, a realizar un viaje interno y cuestionarnos: ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Cuál es nuestro lugar en el mundo?
Esta permanente incertidumbre es la que lanza al artista a exponerse físicamente a la deriva; se convierte no solo en una expresión de la mente, sino que ahora también es una expresión del cuerpo. Camilo viaja a México, un territorio que le es ajeno y desconocido, que, por medio de recorridos, algunas veces aleatorios otras planeados, registra en su memoria sensible y particular, por medio del recuerdo y la fotografía, reflexiones visuales, que se ven plasmadas en su obra como intentos de entender el territorio, pero sobre todo, a sí mismo.
Las obras no buscan responder, pero sí acompañar y se transforman a medida que el artista también lo hace. La ciudad — inmensa y agotadora — lo invita a recorrer su universo interno a través de ella: con sus esquinas inesperadas, sus ritmos, sus texturas. Una deriva se vuelve entonces, tanto una práctica artística como una forma de pensamiento.
El clima de la ciudad, los materiales, la búsqueda de insumos que encuentra en un entorno desconocido, los encuentros y desencuentros con el propio cuerpo... Todo se convierte en materia de obra. La pintura no sucede en un momento inspirado, sino, en la precisa atención insistente de quien se sienta a mirar, hacer y buscar.
No hay un arriba o un abajo, o una indicación estrecha para la mirada. En cambio, sí hay recorridos, caminos, perspectivas en las que el ojo puede perderse tanto como quiera y encontrar descansos en lugares inesperados, en medio de los planos de color, espacios que se forman producto de las intersecciones de los caminos, en medio de representaciones de líneas que son invisibles a nuestra mirada, porque corresponden a nuestros propios deseos y búsquedas, insistentes.
En ese proceso comprendemos que la deriva no es solo una estrategia, sino una condición. Siempre se está de paso. El artista — el cuerpo que crea — siempre será ajeno, extranjero. Pero es precisamente en las intersecciones, en los lugares de encuentro y de bifurcación donde podemos habitar fragmentos de aquello que perseguimos. Donde puede emerger algo parecido a un sentido de pertenencia, una identidad, una razón para conectar.
Esta muestra es una invitación a acompañar ese gesto que se construye permanentemente… sin el anhelo de encontrar respuestas, sino más bien de recorrer — con el cuerpo, los ojos, la intuición — los pequeños planos que la incertidumbre permite; porque tal vez ahí justo ahí, en lo inesperado es donde la vida ocurre.
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Curaduría: Grecya Herrera
