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Ciudades negativas

2013

Fotografía - cámara oscura 

La fotografía ha sido, desde sus inicios, un instrumento para preservar instantes en el tiempo: momentos capturados desde un ángulo, una luz y una duración específica, variables técnicas que determinan lo visible. Sin embargo, otras dimensiones como las emociones, los contextos, las sensaciones o las temperaturas, solo pueden fijarse en la memoria de quien acciona la cámara. La percepción roza la superficie de las cosas, pero es la memoria la que permite habitarlas desde dentro.

En esta obra, dos imágenes se enfrentan: el positivo y su negativo. Son realidades opuestas que, al contraponerse, generan un espacio de tensión y resonancia, una doble mirada sobre lo que ha sido y lo que permanece. La fotografía, al repetir mecánicamente lo irrepetible, se convierte en una huella del tiempo y de la desaparición. En ese cruce entre lo técnico y lo sensible, se activa una reflexión sobre la memoria y el olvido, la materia y su sombra.

La imagen ya no es un objeto único, sino una huella reproducible que, sin embargo, sigue cargando con el eco de lo real. Toda fotografía es también una interpretación que no busca replicar el mundo, sino reconfigurarlo. En estos paisajes contrapuestos no se afirma una verdad absoluta, sino que se habita la ambigüedad de lo que recordamos, de lo que no se deja ver del todo, pero insiste en existir como imagen.

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